
Después de un maravilloso día en la Rochelle y después de una noche de descanso,hacía las 8 de la mañana nos encaminamos a nuestro segundo destino Saint Malo,allí permanecimos durante 4 días,y desde allí mismo hicimos varias excursiones,volviendo cada día al hotel a pernoctar.

Situado en Bretaña, en la costa
Esmeralda, Saint-Malo, puerto dotado de una historia tan milenaria como
deslumbrante, se ha convertido hoy en una estación balnearia, muy
apreciada por el grandioso espectáculo de sus grandes mareas, sus
carreras náuticas y sus eventos culturales.

Joya de la preciosa costa Esmeralda, ciudad de
corsarios, negociantes y grandes hombres, Saint-Malo inspira el
romanticismo. Las mareas de su bahía, de las más importantes de Europa,
imponen sueños (¡Y prudencia!) al paseante.
Doy fé que a la velocidad que suben las mareas te dejan perpleja,es cuestión de pocos minutos,ves asombrado como desaparece toda la playa ante tí y a la fortaleza que habiamos pasado caminando por la playa ,está en unos pocos minutos inundada por el agua.
Es una ciudad preciosa y llena de vida que se puede recorrer toda ella rodeando una muralla con vistas maravillosas.
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